¿Cómo vas a amarte, si no lo han hecho incondicionalmente contigo cuando lo necesitabas? El amor propio cuando no sabes qué trata. Una idea quizás confusa.
A veces, la gran mayoría de las veces, resulta un enorme desafío eso de demostrarte el amor propio. Engloba tanto, es tan abstracto, pero a la vez está lleno de tantos gestos y hábitos tan objetivos y observables…
¿Por dónde puedes empezar? Considero que, llegado el momento de adquirir la consciencia suficiente, puedes comenzar por la revisión de tu propia vida e identificar todo aquello que no ha sido amor incondicional por parte de tu padre y tu madre. Desmontando una historia desde los ojos adultos con los que ya cuentas.
Y luego revisas lo de la escuela. Y luego lo de la familia extensa.
¿Por dónde puedes continuar? Revisando la relación que has ido estableciendo con tus iguales. También con las parejas que hayas tenido.
¿Dónde has de detectar la revolución y la energía necesarias para iniciar un cambio en este sentido? Si eres madre, desde el momento de la gestación, momento que resulta un gran detonante en muchas vidas. Cuestionamientos, revelaciones, reconexiones emocionales con recuerdos de antaño, compasión por quien fuiste.
Si no eres madre, puede llegarte el momento a través de un suceso que te afecte mucho y que su superación, te lleve a tomar las riendas de tu vida desde el amor.
¿Por dónde empezar? Por gestos que te cuiden y te atiendan. Por mimos hacia ti misma que rompan con la dinámica integrada hasta ahora. Por hablarte bien, por enorgullecerte de ti misma. Por sentirte capaz y habilidosa. Por creerte dueña de tu vida.
¿Por dónde seguir? Dicen que en la medida en la que una cambia el trato hacia ella, refleja en los demás eso que ya se da. Cuando una cambia, su entorno cambia. Brilla y te harán brillar.
EL CASO DE REBECA
Rebeca llegó a mis servicios en un momento angustioso para ella.
Acababa de presenciar un accidente de tráfico y el conductor de una moto había perdido la vida. No podía salir de esa escena, que su mente reproducía una y otra vez.
Aquellas imágenes le impedían volver a su vida y recurrió a su médico de cabecera, quien le orientó hacia otro tipo de trabajo para superar su momento vital. Casualidades (o no) de la vida, me crucé en su camino y Rebeca me propuso trabajar por la referencia que tenía de una cliente mía.
Por un lado, Rebeca explicaba su vivencia traumática y por otro, dentro de su discurso, hablaba de que estaba desperdiciando su vida sin disfrutarla y que estaba excesivamente atenta a los demás.
Tras definir los objetivos del proceso de Coaching con ella, empezamos a trabajar. Rebeca pudo conectar y comprender su actualidad a través de la revisión de su pasado. Rebeca pudo explicarse a qué se debían sus actitudes y pudo adquirir consciencia del cambio que deseaba realizar en según qué situaciones.
Rebeca empezó a organizar su vida guardando espacios para ella, aceptándose en cuidados y caprichos que también merecía y no se sentía en derecho de tener.
Rebeca, de ser una flor marchita, empezó a florecer con un color tan intenso, que efectivamente sintió que volvía a nacer.
Su nueva vida empezaba, una vida desde otro lugar, desde un lugar de amor, primero hacia ella misma.
Rebeca estaba entusiasmada con el proceso, aunque reconocía que había resultado difícil de transitar. Ahora sentía un fuerte alivio y una enorme energía para vivir su vida con mucha vitalidad.
Leire Lizarraga.
Coach Transpersonal y Espiritual.