Aunque podríamos hablar largo y tendido de cada una de las situaciones que os expongo más abajo, con muchos matices y enfoques según cuál estemos analizando, como norma general, serían estas tres las principales causas por las que, como mínimo, deberías consultar con un profesional especialista y probablemente el divorcio sí sería necesario:
Cuando el trato que recibes de tu pareja es inadecuado
Las relaciones de pareja generalmente comienzan como una película de amor de Hollywood. Sin embargo, con el transcurso de los años, aquello que empezó siendo idílico se torna una tortura. Quien debería procurarte amor y cariño, te provoca sufrimiento y malestar. A veces con gritos, a veces con silencios prolongados, a veces con la retirada de su mirada, a veces con amenazas, a veces con humillaciones, a veces con gestos agresivos, a veces con insultos, … son situaciones que empiezan siendo puntuales, pero que, conforme el tiempo avanza, cobran una mayor frecuencia.
Te sientes presa de una situación de la que no puedes salir. Te sientes cada vez más pequeñita, más asustada, más ninguneada, más culpable y con una enorme necesidad de complacer. Tu autoestima está bajo mínimos, y sientes deseos imperiosos de que llegue la calma, después de la tormenta. Y llega. Siempre llega. Recibes una disculpa, o un gesto amigable, o un agradecimiento por algo que has hecho, y ello te da el aliento para seguir inmersa en tu propia tortura.
En este supuesto, el divorcio es necesario.
Cuando el trato que tu pareja dirige a tus hijas e hijos es inadecuado
Es en las hijas e hijos, personas vulnerables por excelencia, en quienes más fácil resulta depositar las frustraciones, las emociones contractivas y la agresividad. De una madre y de un padre se espera que den lo mejor de sí. Cuando esto no pasa, a veces se grita, se amenaza, se agrede, se castiga, se abusa, … a los hijos y las hijas.
En estas ocasiones, aunque sea con miedo, debes buscar ayuda para afrontar la decisión de divorciarte y poder proteger a tus hijas e hijos de un trato así. El amor y la paternidad o la maternidad nada tienen que ver con esos tratos. Es responsabilidad de las personas adultas reconocer la gravedad de esas situaciones y ponerles fin, de recurrir a la ayuda profesional y especialista para abandonar esa realidad que aterra. El divorcio y actuar en consecuencia de lo vivido son ambos necesarios para empezar a vivir una vida mejor.
En este supuesto, el divorcio también es necesario.
Cuando has intentado múltiples fórmulas con tu pareja para mejorar la relación y, aún y así, no encontráis vuestra felicidad
Hay muchas parejas que se empeñan en continuar con una relación que
carece de sentido. En ocasiones se lucha por algo que no puede ser, porque ya se ha comprobado que dar continuidad a la relación no es la solución. Se gastan cartuchos, intentos por cambiar aspectos que cada cual los mantiene inamovibles. En estos supuestos, resulta maduro determinar divorcio, para abrir nuevos caminos y así reanudar o no una vida con alguien con quien verdaderamente puedas disfrutar de la vida.
En este último supuesto, el divorcio también se convierte necesario.