Sí, seguramente sí, todas habremos dudado en algún momento de nuestra relación de pareja. Claro, y esto es, en cierta medida, tan natural como la vida misma.
Si nos paramos a pensar, cada cual viene de donde viene, con una historia de vida y una infancia diferentes, con un modelo de relación de pareja distinto y una forma de querer producto de todo lo anterior.
Así que, la manera en la que nos mostramos y comportamos en pareja tiene diversas explicaciones.
Lo importante de todo esto reside en conocernos a nosotras mismas para poder entendernos y comprender cuál es el origen de lo que “no soportamos” de nuestra pareja, del “me saca de quicio” ese que tan frecuentemente se escucha. Y aquí, como digo más arriba, entran en juego muchas cuestiones.
Probablemente hayáis leído que lo que no nos gusta de nuestra pareja está en una misma. Y bien, esto es cierto. Entramos en terreno de C.G. Jung, señor que afirmaba que toda persona es su luz y su sombra. Continúo… para seguir con el tema… ¿qué es aquello que no soporto de mi pareja?
Cuando nos hacemos esta pregunta debemos viajar al pasado para encontrar su explicación. Se tratará de aquello que nos reprimieron y que no pudimos ser. Emerge tanta rabia cuando presenciamos esa conducta en nuestra pareja, que sentimos ganas de pegarle. Sí, sí, es lo que llegamos a sentir, pero claro, no podemos llegar a pegarle, así que lo exteriorizamos gritándole, replicándole, discutiendo, yéndonos a la habitación o mirándole con ojos de “te mataría”.
De manera que, claro, en algún momentín (aunque sea pequeñajo, diminuto y muy efímero) hemos podido tener dudas de continuar con una pareja a la que hemos sentido ganas de pegar con todas nuestras energías.
El secreto está en conocernos y comprendernos, para así aceptarnos. Con esto, podremos aceptar a nuestra pareja tal y como es.