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El límite entre entender y aceptar a tu pareja

Hoy en día el trabajo de la aceptación se ha convertido en un pendiente en todos los ámbitos de tu vida.

Cuando hablamos de la aceptación de la pareja, es importante conocer de qué se trata para no tolerar actitudes o comportamientos abusivos.

Cuando en una relación de pareja se aborda la aceptación del otro, se pretende trabajar en lo que resulta diferente respecto a ti.

Es decir, tu aceptarás las diferencias con respecto a ti, podrás descubrirte en lo que no te gusta de él o no soportas, pero la línea estrecha entre lo que supone aceptar a tu pareja y tolerar diferentes formas de hacer que no son respetables es a veces una moneda con dos caras diferentes que puede llegar a pasarte una mala jugada.

Siempre en respeto. Estos mínimos no deberás perderlos jamás.

Tú podrás entender su enfado, podrás comprender su frustración o su situación. Pero tu pareja nunca tendrá el derecho de descargar sus emociones sobre ti. Nunca.

Esto también es cuidar, también es equilibrar y también forma parte de los requisitos de la base sobre la que construís la relación. De no ser así, las malas formas y el trato irrespetuoso pueden convertirse en una dinámica de sufrimiento.

Es amor propio. Es sentirte merecedora de un trato amoroso. Una relación de pareja basada en el amor propiamente dicho.

Otra cosa sería motivo para acudir en busca de ayuda profesional.

El equilibro vuelve a ser protagonista, como cuestión clave para una relación de pareja consciente. El equilibrio emocional en la pareja es la semilla sobre la que se construye lo demás. Sin él, la relación se torna abusiva o tóxica.

Y tú, ¿entiendes y aceptas a tu pareja?, ¿habéis sembrado la semilla del equilibrio en vuestra relación?

EL CASO DE AMALIA Y DANI.

Llevaban una relación de pocos años, no llegaban a 4. Dani era atractivo y tenía mucha labia. Se mostraba en actitud agradable con su entorno y a ojos ajenos era un hombre ideal.

Amalia salía de una relación cuando dio con Dani, y su apoyo y su cercanía la enamoraron en un momento suyo de vulnerabilidad. Aún no había superado la ruptura y se vio involucrada en una nueva relación, con alguien que no conocía apenas.

Pese a ello, todo se precipitó y en unos meses ella estaba ya viviendo en casa de él. Por momentos, las formas en las que Dani se dirigía a ella eran hostiles. Amalia pensaba que era cosa de ella, por el momento en el que se encontraba, quizás más sensible que de costumbre.

Las atenciones y el cuidado eran recíprocos, aunque fueron conscientes de que quizás no se dejaban tanto espacio para su individualidad y el trato con otras personas. Natural, era el inicio de la relación… pensaban.

El tiempo pasaba e iban sintiéndose cómodos el uno con la otra. Había cierta admiración y congeniaban bastante bien. Sin embargo, Dani sentía descontento con cosas de su persona, y sus expresiones las cargaba de rabia hacia Amalia. Sucedía con poca frecuencia, pero el impacto en ella era tal que llevaba la cuenta. Amalia empezaba a sentir que algo no iba bien.

Así que recurrió al Coaching de Parejas Conscientes y Equilibradas para detectar y trabajar en eso que sentía que no era suyo. Se descubrió durante el tiempo de coaching y pudo trabajarse en el merecimiento, en la seguridad y, sobre todo, en el amor por si misma.

Comprendió la línea fina que separaba la comprensión y la aceptación. Ella integró que una cosa era que pudiera entender qué le sucedía a Dani con sus circunstancias y de dónde venía ese malestar, y que otra cosa era que todo aquello le diera pie a descargarlo sobre ella.

Amalia necesitó unas semanas para prepararse para una conversación en la que iba a dejar claro a Dani que no podía tolerar eso que hacía con cierta frecuencia. Se empezaba a querer de forma incondicional y veía la importancia de establecer unos límites con Dani para que la relación fuera equilibrada.

Lo hizo. Dani se reconocía en esas expresiones y asumió sus dificultades cuando el malestar era más grande.

Amalia irradiaba amor y él tenía que hacer lo propio. Su relación se vio modificada.

Amalia abrió camino a más salidas, con amigas, el deporte, y decidió estructurar su relación de pareja sin dependencias emocionales. Superó el duelo de su relación anterior durante el trabajo de coaching, y salió enérgica del proceso.

Dani respetaba sus límites y la relación se afianzó. Ambos eran conscientes de su parte dentro de la relación de pareja, y acordaron las bases para hacerla sólida.

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