Es habitual que suceda. Entras en una dinámica en la que esperas que tu pareja haga por ti, adivine tu estado y conozca cómo te encuentras y te sientes para hacer algo por ti. Así que, hoy te hablo de la importancia de pedir a la pareja cuando lo necesitas es esencial.
¿Te pasa? Le conoces, te conoce. Y sin ser muy consciente y producto de la tendencia de romantizar las relaciones de pareja, lo esperas y tienes la ilusión en tu cabeza.
¿Quieres una reflexión? Tu pareja no eres tú, de manera que, por mucho que conozcas lo que tú harías por ella, por mucho que a ti te nazca ofrecerte cuando intuyes que necesita algo, por mucho que sientas que estos gestos deban formar parte de la relación, te conviene dejar de pensarlo así.
Tu pareja no eres tú. Te han enseñado a no pedir, a pensar que tus necesidades no son lícitas, a entender que no eres merecedora. Tu pareja no eres tú. De manera que, las veces que escuches tus necesidades y les des la importancia que tienen, que es mucha, comunícaselas. Díselas, transmíteselas, pídele.
Con esto evitas malentendidos, confusiones. Se trata de seguir estrechando vuestro vínculo amoroso. Se trata de sentirte merecedora de la satisfacción de tus necesidades. Se trata de facilitar la comunicación y la comprensión de los dos miembros en vuestra pareja.
Cuando realizas el esfuerzo de conocer cuándo tienes una necesidad en cuya satisfacción puede colaborar tu pareja, y la comunicas, te quieres más. Te reconoces también en tus necesidades, y abres un espacio para ti, para tu cuidado y tu propia atención.
¿Qué necesitas?, ¿tu pareja lo conoce?, ¿puede colaborar para la satisfacción de eso que necesitas?.
El caso de Paloma y Fer.
La comunicación verbal entre los dos era escasa. Ella deseaba una relación idílica y romántica, con sorpresas y detalles diarios. Era una fantasía que no se iba de su cabeza.
Depositó en Fer su felicidad, a través del recibir dosis de ilusión que le mantuvieran viva.
Y Paloma no aceptaba otra realidad. Su ilusión infantil estaba generándole mucho sufrimiento, por rachas llegaba a comportarse como niña que esperaba un regalito de su papá a su regreso de un viaje de trabajo.
Paloma recurrió al coaching para ir descubriéndose. Hablaba de una permanente insatisfacción en su relación de la pareja, describiendo estas situaciones sin tapujos. Así que hubo que trabajar con ella sobre ello. Paloma trabajó en su niña interior, y pudo regular y equilibrar esas sensaciones y esas fantasías que exigían a Fer cumplir con algo que no nacía de él.
Paloma comprendió que se estaba relacionando desde un lugar equivocado.
Fer pudo entender lo que le sucedía a su pareja, y desde esa comprensión de vez en cuando le sorprendía con alguna flor o algún gesto. Esto agradaba a Paloma, pero lo vivía desde otro lugar. Lo integraba como gestos de amor hacia ella y no como una satisfacción de una necesidad no cubierta en su pasado.
Y aprendió a pedir cuando quería algo. Y a partir de entonces la pareja disfrutaba mucho más de su amor, se dejaron de malentendidos y de interpretaciones que solo les llevaban a conflictos innecesarios.
El caso de Richard y Pili.
Richard era un hombre que en mayor medida se mostraba niño. En su relación con Pili hacía y deshacía a su antojo. Le pedía a ella constantemente disculpas, con la tranquilidad de saber que hiciera lo que hiciera y pasara lo que pasara, Pili iba a estar ahí para él. Una incondicionalidad propia de una madre.
Una madre que no estuvo presente y que tampoco fue incondicional con él. Así que Richard era lo que buscaba constantemente en su pareja. Muestras de una incondicionalidad propias de una madre.
Pili le explicó que ella no estaba dispuesta a seguir con esta dinámica en la pareja. Y recurrieron a mi Servicio de Coaching de Parejas Conscientes y Equilibradas para ver si había trabajo que hacer para reconstruir la relación.
Al explicar a Fer desde dónde se estaba relacionando con Pili, salió de la sesión. Frustrado y enfadado por lo que estaba escuchando. Salió con un portazo.
Sin ser consciente, estaba reproduciendo una escena de su infancia. Había heridas que sanar. Tenía responsabilidades que asumir y un daño que reparar. Además, tuvo que adaptarse al nuevo rol de Pili, cuestión que le llevó cierto tiempo porque la dinámica con la que acudieron al Coaching estaba instaurada desde hacía muchos años.